"La música es una forma de cuidar": El Viaje Musical de Magwi
- karina otranto
- hace 13 minutos
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Sobre Magwi:
Navegando entre texturas y emociones, despliega improvisación con piano, sintetizadores y voz, creando paisajes sonoros sensibles. Cantautora y gestora cultural en El Sello Rojo, su obra se expande hacia territorios de ambient e improvisación.

HDA - ¿Cómo lográs balancear el tiempo que se necesita para crear como cantautora con las responsabilidades organizativas de la gestión?
Larga vida al Google Calendar! Me ayuda mucho a liberar espacio mental para estar más presente y enfocada en lo que tenga que hacer en ese momento. Cuando quiero conectar con mi parte creativa, trato de liberar ese día de compromisos para no tener presiones de tiempo y dar lugar a los sentimientos que me habitan.
De igual forma, siento que las dos facetas se retroalimentan: mi camino como artista no sería el mismo sin la apertura a procesos de otras personas. Son experiencias que crean puentes entre universos artísticos.

HDA - ¿Qué papel juega la improvisación en tu música y cómo se conecta/discrepa con tu trabajo de composición más estructurado?
Siempre me gustó cantar arriba de música, buscar melodías que viajen entre las armonías o inventar nuevos coros a las canciones que escucho. Aunque al principio sentía un abismo entre la composición y la improvisación, con el tiempo se fue amalgamando orgánicamente dentro mío.
Siento que las incomodidades nos empujan a conocernos mejor, y en mi caso, eso es justamente lo que más me gusta y me desafía a la hora de improvisar. De hecho, muchas veces improviso mientras compongo, y gracias a esos audios rústicos que guardo en el celular, quedan registradas melodías que nacieron solo en ese instante.
Cuando Ela me invitó a este ciclo de ambient, me entusiasmó mucho la idea de crear escenas más allá de mi voz, explorando mi faceta instrumental con el sinte, el piano, una caja de ritmos y mi pedal de efectos. Jugando con el loop, pasé de paisajes más austeros a otros llenos de melodías, con fragmentos de pianos que parecían responderse entre sí.
Nada de eso hubiera surgido si no me entregaba al vértigo de ese “abismo”.

HDA - ¿Cómo nace El Sello Rojo y de qué tratan las residencias creativas?
Nace de la necesidad de pensarnos como un colectivo de artistas que genera comunidad y red. Surgió en el oeste del conurbano bonaerense, pero impulsado por el amor hacia la naturaleza y otras formas de vida, hoy está radicado en Lago Puelo, provincia de Chubut.
Una vez en la comarca, se empezó a hablar de residencias creativas como espacios de creación intensiva. Al principio fue una cuestión de logística —el artista se reservaba unos días para estar ahí—, pero con el tiempo nos dimos cuenta de que nos brindaba mucho más que concentrar el trabajo: nos dio foco, intimidad y otra forma de conectar con la energía que trae cada quien. Compartimos comidas, caminatas en el bosque, días de sol y de lluvia, enfrentando miedos y enfatizando risas.
Fuimos aprendiendo más sobre las especies nativas, la gente del lugar y cómo cambian las dinámicas según la estación del año. Empezó siendo una manera de vivir de la música fuera de la “ciudad de la furia”, pero nunca imaginamos todo lo que se generó.
Además, la propuesta cultural de la comarca andina es súper rica: hay muchos colectivos de artistas y compartires genuinos que van desde lo más experimental hasta soltar bufones en juntadas de yurtas.

HDA - ¿Cómo resuena el paisaje patagónico en tus procesos creativos y en el de los residentes?
Hay algo hipnótico en escuchar el fluir del agua, el cantar de los bichitos o el crujir de la madera hueca de las Pitras. Está en nuestra esencia el vínculo directo con la naturaleza.
Me gustan mucho esos ruidos: de hecho, en mi caja de ritmos armé una base de batería que imitaba algunos insectos que solía escuchar por la noche. Pero por más que disfrute ese mundo ancestral, sus paisajes y sus sonidos, dentro mío existe la contradicción frente a la poca conciencia colectiva.
Me duele que no haya respeto por la naturaleza que tanto nos dió… desde quien se siente con derecho a hacer fuego o dejar basura donde no está permitido, hasta las plantaciones de especies no nativas, como pinos o eucaliptos, que año a año acidifican los suelos y agravan los incendios. Lo veo como un ciclo de soberbia que no termina más.
Quizás no se hable tanto de estos temas por parecer “lejanos” a la urbanidad, pero sus consecuencias nos alcanzan a todos: olas de calor más intensas, pérdida de soberanía y especies nativas, falta de acceso a agua de calidad. Sé que a veces puede parecer pesado “politizar” discursos, pero es importante tener este tipo de charlas porque forman parte de nuestra realidad.
El verano pasado se tenía pensado hacer un ciclo de conciertos que duraba toda la temporada, con artistas que produjeron con nosotros y muchos invitados. Sin embargo, todo eso tuvo que cancelarse para combatir el enorme incendio que se generó en Mallín Ahogado, haciendo que hoy El Sello Rojo sea una de las tantas brigadas de vecinos que pusieron el cuerpo frente al fuego.
En fin… en medio de varias luchas, ruidos y silencios, seguimos buscando crear y dar nuestro aporte a la sociedad desde lo que más nos gusta hacer como colectivo: la música. Porque al fin y al cabo, es una de las tantas formas de cuidar: del entorno, de las personas y de uno mismo.








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