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Marina Rodríguez: la cerámica y el cuerpo de la mujer

Estuvimos en Bardo, la muestra con la que Galería Botánica despidió el año con obras de todos los artistas que expusieron durante 2018. Nos encontramos con muchos amigues y conocidos: Mattioli, Luxor, Nacho Rivas, Minerva, Marina Rodríguez, entre otres. Conversando, nos interesó cómo Marina trabaja el cuerpo en la cerámica desde una perspectiva de género y le hicimos una breve entrevista para Hijas del Arte. Con su dulzura acostumbrada, nos contó sus proyectos para el próximo año.



Marina Rodríguez en "Bardo". Foto: Hijas del Arte

HDA: Auto-presentación

MR: Soy Marina Rodríguez, “ceramista de oficio” y “arquitecta en proceso”, como me gusta decir cuando me preguntan qué soy (aunque sea largo, jajja). Es la definición más sincera que encontré, para contar lo que hago o soy.

Creo más, en la idea de “trabajadora o activista”, que en la de “artista”.


Y respecto a tu formación, ¿qué nos podés contar?

Desde que tengo uso de razón, mi manera de expresarme es a través de lo visual, un dibujo, una maqueta, una escultura, un tejido, una pieza de cerámica, etc. En mi familia en general había muchas mujeres, muy laboriosas, creativas, realmente hacían de todo y desde ese lugar, un tanto curioso y el legado que me han regalado, me dedique a jugar y explorar el mundo de las artes plásticas, pasando por infinidad de talleres. Luego ingresé a la facultad de Bellas Artes de La Plata (siempre en cerámica y escultura), pero sin terminarla. Tomé otro rumbo: la Arquitectura, para volver y abordar con otra formación la cerámica, material que es más que familiar y que lo trabajo desde muy pequeña. Todo mi trabajo está atravesado por mi formación, en los diferentes ámbitos y disfruto de eso.


¿Participaste en muestras o residencias?

En el 2016, participe con una muestra individual, del Festival de Experiencias Textiles, con piezas cerámicas con impresiones de antiguos textiles, que titule “La Leyenda del tiempo”. Más tarde, de muestras colectivas: “Amuletos, “Souvenirs”, “Refugio”, “Bardo”, en La Plata y Ciudad de Buenos Aires.


Este año, tuve la suerte de ser invitada para hacer una residencia en Faenza (Italia) -en el taller de una ceramista argentina que reside allí hace muchos años-, y pude participar de la fiesta que es Argilla (Italia): “cerámica o muerte” !!! También formé parte de otras dos bienales de cerámica en Barcelona y Marsella, en años anteriores, y del primer Festival Internacional de ceramistas femenino (Cava de Tirreni, Italia). Todas experiencias increíbles!

¿Creés que la formación académica es indispensable para ser artista?

Creo que la formación es importante, tanto sea académica o en otros ámbitos, lo que no creo, es que sea la garantía para ser “artista”.


¿Qué temas ha trabajado a lo largo de su carrera artística y de qué modo?

Siempre me ha fascinado el arte popular: el ritual, la ofrenda. La manera en que se comunica en el afuera y sobre esa base me planto para abordar mi trabajo. Además de entrelazarlo con lo lúdico y doméstico, jugando con la escala miniatura y, ahora, tratando de saltar a la cruda realidad de la escala real.



¿Qué tema le interesa trabajar en este momento?

En este momento estoy trabajando: el desarraigo, el refugio, la construcción y deconstrucción, paradigmas actuales que me atraviesan. Cambiando la escala de trabajo, usando “mi cuerpo” como medida y parte de la obra. Creando un nuevo “modulor”: el de la mujer.


¿Cuáles son tus proyectos para este año o futuro cercano?

El próximo año va a ser muy importante en lo personal ya que estoy abordando un trabajo que me moviliza muchas zonas, un trabajo fuerte y contundente, que esperemos llegar a mostrarlo en octubre de 2019.


Pueden seguirla en @mrceramica

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