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Sobre la formación artística en Argentina según Flor Rocha



En los últimos años hemos sido testigos del auge y surgimiento de carreras relacionadas a las humanidades y en este campo, a las artes específicamente; y en paralelo a una democratización de la información consecuente a la Internet que acontece a un mundo

globalizado. En el devenir del arte contemporáneo, campo de reflexión donde de manera incesante los conceptos tajantes son arrojados a la mesa de debate, en una búsqueda por nuevas acepciones y ampliar el umbral de definiciones, aparece la pregunta intermitente acerca de la formación de los artistas, el rol de las instituciones de enseñanza superior y otros espacios de legitimación en materia de desarrollo artístico como son las clínicas de obra, el Programa de Artistas de Di Tella, las Becas del Centro de Investigaciones Artísticas (CIA), los programas de residencias a lo largo y ancho del país y en el exterior como los que ofrecen URRA; Panal 361 y La Ira de Dios, entre otros.


Históricamente los espacios institucionales de enseñanza han sido ámbitos legitimantes donde se constituye, en parte, el valor simbólico del corpus de obra de un artista. Idealmente, la formación artística en el nivel académico debería ser el medio donde teoría y práctica convergen y se desarrollan sirviendo a la configuración de un discurso sobre el que se asienta la producción de las obras. Ahora bien, también se hace fundamental dar cuenta de que estos espacios se hallan continuamente en situación de crisis y transformación en lo que respecta a la currícula de las instituciones universitarias y su atraso frente a lo que se imparte y la realidad a la hora de confrontar y producir en el contexto del circuito del arte y la inserción dentro del mercado; al orden de las disciplinas y categorización del arte contemporáneo, y en este sentido a la propia práctica artística en sí misma. Más aún si consideramos que en la Argentina sólo el 30% de quienes ingresan a cursar estudios de enseñanza superior (según relevamiento del Centro de Estudios de la Educación Argentina) los concluyen en su totalidad. Y sin embargo, es innegable que cualquiera sea el espacio de formación desde el paso por la universidad, la clínica de obra, las residencias y talleres, en última instancia, estos proporcionan al artista de herramientas y metodologías de trabajo a

su vez posibilitando la interacción y vínculos entre diferentes agentes dentro del campo del arte como son los curadores y gestores culturales y los mismos artistas.


A lo largo de estos últimos meses Hijas del Arte llevó a cabo una serie de entrevistas a

diferentes artistas, entre ellos: Cecilia Catalin, Diego Perrotta, Misterio de Cultura,

NoSoyTutanka, ElCrayon y NoMeBaño, entre otros, y una de las preguntas recurrentes fue acerca de la importancia (o no) de la formación.


Al respecto, tantoMatías Re (ElCrayon) como el artista callejero, autodenominado

NoSoyTutanka y por su parte también el colectivo NoMeBaño concuerdan en que los

espacios de formación son excelentes semilleros para originar relaciones entre los

diferentes actores, que a su vez resultan ser guía para compartir experiencias propias,

dentro del circuito del arte.

Matías Re, alias, ElCrayon: - “Creo que la formación académica es muy importante para el desarrollo de un artista. Nos brinda las herramientas y los medios necesarios para llegar más fácil al objetivo. Y probablemente sea la mejor formación que una persona pueda tener. Sin embargo no es el único camino. Las becas, rotaciones y residencias son experiencias muy enriquecedoras, que nos permiten conocer otros ambientes, nuevas maneras de pensar y relacionarnos; todas actividades que generan un impacto enorme en la creatividad de un artista.”
NoSoyTutanka: - “La formación académica, y más en Argentina, es indispensable porque te habilita nuevas relaciones. La universidad pública es, sin lugar a dudas, un semillero de ideas, de amistades, de formación, de posibilidades de deconstrucción, etcétera. No creo que en las disciplinas artistas un título avale algo. Si creo que transitar por una universidad pública nos alimenta en todo sentido.”
No Me Baño: - “Sí, la formación académica es importante para un artista, ya sea desde estudiar en algún lugar algo, tener un maestro que te guíe un poco, o ya sea mirando otros artistas en lo que uno se puede influenciar. Nos parece fundamental aprender o nutrirse de otras personas, no robar ideas ni estilos, pero sí tener una base de lo que uno quiere expresar y en el ámbito en donde se va a meter."

Asimismo, en todos los casos existió una tácita puesta en común en cuanto a que se

reafirmaba a la formación como un complemento necesario de la producción. Lo

interesante, sino evidente, es que entre los artistas se acuerda que esta formación puede ser de cualquier índole. También Catalin, Perrotta y el colectivo Misterio de Cultura dieron su opinión al respecto a Hijas del Arte.


Cecilia Catalín: - “Creo que cada artista tiene que encontrar su propio camino de formación de acuerdo a lo que interesa. Y ese camino te lo va dictando la obra que estás desarrollando. Actualmente vivo en la ciudad de Buenos Aires que tiene una amplia oferta de talleres y clínicas que son muy interesantes de transitar.”
Diego Perrotta: - “Se pueden tomar diferentes puntos de partida. Hay quienes se forman en las academias, en las escuelas, pero también hay otros recorridos. En lo personal, yo soy un artista que se fue haciendo de a poco, no tengo un recorrido con un camino académico. Y la verdad que la academia no te hace artista. Primero está la necesidad del hacer. Es importante disfrutar del proceso, qué es lo que te interesa. El formato de residencias es otra manera que se encontró para generar otros tipos de experiencias. Es para gente muy joven en la mayoría de los casos. Te da la posibilidad de viajar, de vincularte con otros artistas. Lo veo como una posibilidad más. Como los subsidios, las becas, o trabajar en la docencia."
Misterio de Cultura: - “Si bien puede ayudar en un momento dado (la formación académica), también puede ser un condicionamiento, cada caso es distinto. En cualquier caso, no faltan artistas sin formación que tienen propuestas de alto interés.”

Hace tiempo que el lugar jerárquico y dictaminante que ocupaba la academia de Beaux

Arts fue relegado por otros espacios, si se quiere, más “informales” pero igualmente

legitimantes en la actualidad. Esto se debe en parte a la situación de crisis del modelo de enseñanza académica anteriormente señalada, pero también a una coyuntura propia de la historia del arte en la medida en que las reglas de juego dentro de este campo nunca han sido terminantes, y las fronteras de delimitación de valoraciones y criterios calificativos hoy en día son, por lo menos, difusas; y si los procesos de clasificación dentro del mundo del arte perduran, estos están más relacionados con una voluntad a priori e innata del ser humano por elaborar categorías para comprender y ordenar su realidad circundante.


Finalmente, también se apunta sobre la noción de construcción de conocimiento

autodidacta y la (auto)denominación artista. Actualmente, cada quien por igual podría

afirmarse a sí mismo como autodidacta a partir del acceso casi irrestricto a la información que discurre en la web. Las herramientas de conocimiento se encuentran circulando literalmente al alcance de nuestras manos, la dificultad estriba en estructurar el armado del marco teórico sabiendo que es esta producción teórica la que concede otra dimensión a la producción artística. Por otra parte, la (auto)denominación ‘artista’, incluso cuando no se hace necesario un título que valide y ampare a la actividad reivindica a la producción artística como una profesión.


De cualquier modo, el reflexionar de forma crítica produciendo teoría también forma parte del hacer práctico. En última instancia la formación académica, cualquiera sea el espacio de enseñanza, origina recursos para pensar el cómo producir, entendiendo que el arte lo hace de una manera particular: situando objetos en el mundo, pensando en acto y en la capacidad de accionar sobre el contexto y sobre el otro, producir relaciones y afectos, desbordando y dinamitando en acto, en obra, aquello que jamás podría ser dicho de otro modo.


**Gracias Flor Rocha!! (@rochafloren) por colaborar con @hijasdelarte**

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