Cómo el arte participativo puede transformar un barrio
- karina otranto
- 8 ago
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Microentrevista a Damian Barbarito

HDA- Considerando tu enfoque en los espacios públicos y tu trabajo en Lanús, Lomas de Zamora y el sur del AMBA, ¿Cómo influyen estos territorios específicos en la elección de tus temas y en el desarrollo narrativo de tus proyectos?
D.B- Cuando salí de la facultad empecé a trabajar en proyectos participativos como activaciones en espacios públicos. Tenían más que ver con el arte contemporáneo y las referencias que estudiábamos en la universidad .
Cuando empecé a trabajar en Fiorito en el 2012, en una asamblea mientras debatía sobre formatos, entendí que lo que quería hacer eran murales. Los murales tienen un significado más allá de lo técnico y específico, sino también simbólicos y políticos.
El Formato mural es heredero del territorio. Trabajamos sobre los oficios y problemas que sucedían ahí. Hijos, nietos de cartoneros. En otros barrios, compuestos por migrantes paraguayos o bolivianos que trabajaban en costura. En cuanto a lo narrativo propio, conocer estas personas me dio un conocimiento nuevo en cuanto a modos de vida, modos de ser, formas de vincularse y signos culturales propios de esas comunidades. Y trabajé en eso hasta el 2022.
HDA- Con tu enfoque en prácticas participativas y colaborativas como los proyectos de murales comunitarios, ¿cuál es tu proceso en la conceptualización y ejecución de tus obras en el espacio público?
D.B- Hay un primer momento que es tratar de articular un tema específico con los referentes (conoce su territorio y comunidad) de cada espacio con los que trabajo.
Segundo paso: Es armar una metodología y dinámica para que ese grupo pueda procesar un debate colectivo sobre temas sensibles como violencia en el barrio, adicciones, o género.
Tercer paso: Sintetizar. Depurar y organizar las ideas. Muchas veces no se ejecuta ninguna de las que se propusieron. O no literalmente.
Cuarto paso: Lograr que participen, que no cumplan un rol solo de ayudante sino de artista, que aporten ideas, conceptos.
Lograr todo esto es bastante complejo. Lleva más o menos dos encuentros hasta validar y después una o dos jornadas largas (todo el día) de pintura.
HDA- ¿Cómo abordás la ética y la narrativa visual desde la fotografía documental sobre recicladores urbanos a través del territorio?
D.B- Una vez en un taller pasó que un estudiante estaba en desacuerdo con las políticas públicas del momento, con que las cosas sean gratis, que no le permitía desarrollarse como el artista que quería ser… Luego de una larga discusión, decidió irse.
Pasó también con una chica con la que hacíamos un curso documental. Su planteo de cómo tratar a la gente, la exposición de los temas. Yo le dije que no le iba a dar herramientas para desarrollar eso porque tenía un sesgo de clase muy racial. Que sea participativo no significa que todo entra. Tiene que haber una argumentación que fundamente lo que se incorpora, a su vez están los principios sobre lo que es o no es ético.
HDA- ¿Qué impacto observas que tus proyectos, situados en la intersección del arte y lo social, generan en las personas y las comunidades con las que interactúas? ¿Cómo describirías la transformación o las resonancias que tus obras provocan en ellas?
Les sirve para procesar conversaciones hacia adentro. Ayuda a plantear otras decisiones, pensar estructuras, posicionarse hacia el afuera, en el entorno del barrio. Es una cuestión más personal, sirve también para sacar pecho, para el autoestima. El impacto a largo plazo no sabría hoy cómo medirlo.


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