Gabriel Chaile trabaja combinando el barro, la historia y lo contemporáneo en una obra que encarna críticamente el valor de ser parte de una herencia, en una suma de materialidades y momentos que potencian el discurso de la exhibición que tiene lugar en Barro, en el barrio de la Boca.
Sus grandes y diversos personajes/retratos/hornos construidos a partir de métodos tradicionales, dan cuenta de una búsqueda de re-pensar lo olvidado, lo mutilado, lo relegado. Al mismo tiempo que hablan de una genealogía de la forma donde se evidencia lo autorreferencial, no sólo sobre su propio eje, sino también sobre su contexto, el de su pueblo, de las industrias, de imágenes de cisternas hasta de vasijas precolombinas; un origen de la forma que trae una carga histórica y social.
Sus figuras de adobe y de conexiones con cobre permiten revisar lo que creemos entendido para develar las memorias míticas de aquellxs que son marginados actualmente, en unión con esa estirpe remota que configura los objetos-personajes del artista.
Si bien la muestra aborda una multiplicidad de aristas que invitan a ser recorridas, destaca la búsqueda del resurgir identitario de una cosmovisión que se ancla en la mirada colectiva, en lo mítico cultural; presentándonos un necesario respiro al ostracismo al que estamos acostumbradxs en una sociedad cada vez más individualista, sosteniendo que somos por lo que fueron nuestros ancestros, que “lo que tiene el árbol de florido vive de lo que tiene sepultado”.
Texto y fotos por: Camila Marquez
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