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Del taller a la galería: ingresando en el mundo Soriano

HDA: Nombre y disciplina artística:

HS: Hernán Soriano, Artista plástico.



HDA: Nombrar formación, algunas distinciones, participación en Residencias, Becas, etc.:

HS: Estuve dos años en la Prilidiano Pueyrredón, dos años en una privada llamada Nueva escuela de diseño y comunicación. Luego hice algunos talleres particulares, serigrafía, cerámica ,hice el P.A.C., C.I.A. y clínica en el rojas con los provisorio- permanente, grupo al cual pertenezco.



HDA: En el 2006 asististe a la clínica de obra dictada por Diana Aisenberg y Rafael Cippolini en el CCR ¿recomendarías realizar clínicas a artistas emergentes?

HS: Me parece que es una decisión muy personal, no se puede recomendar. Hay que tener cuidado dónde ir para formarse, algunos docentes formatean demasiado en arte en varios sentidos o bien aplican recetas que funcionan para el docente, pero no necesariamente para el alumno o también a veces opera la envidia e inconscientemente desvían al alumno del “buen camino”.

Hay que tener cuidado dónde ir para formarse, algunos docentes formatean demasiado en arte en varios sentidos o bien aplican recetas que funcionan para el docente, pero no necesariamente para el alumno

HDA: A lo largo de tu carrera has trabajado con diferentes técnicas y soportes, ¿te sentís más ligado a alguna en particular?

HS: Me siento ligado a las tradiciones artesanales, ninguna específicamente, me interesan todos los procesos artesanales y las tecnologías antiguas o en desuso.


HDA: ¿Cuáles son los ejes principales en tu reciente obra “El tiempo que nos queda”?

HS: Los ejes son los patrones gráficos, la actividad de artista-recolector y el libro como bitácora.


HDA: ¿Cómo fue la sinergia laboral entre vos y Fiorella Di Biase, tu curadora?

HS: Muy buena, ella es muy respetuosa y me ayudo compartiendo algunos textos filosóficos sobre teoría del arte, muy acertados en mis procesos como artista. Es generosa.

me ayudo compartiendo algunos textos filosóficos sobre teoría del arte, muy acertados en mis procesos como artista.

HDA: ¿Cuáles artistas te inspiran en este momento?

HS: Marc Ribot, Guitarrista.



“Siglo mío, bestia mía, ¿quién podrá

mirar en tus ojos y soldar con su sangre

las vértebras de dos siglos?”


Ósip Mandelshtam

Un conjunto de elementos flota ingrávido ante el tiempo que ha sido sellado por un presente que lo aglutina. Conforma una heterogénea y cautivadora colección. Entre ellos, una trama invisible teje una serie de conexiones y vínculos subterráneos, que a modo de atlas, encierra una memoria material y morfológica, siempre afectiva.

El patrón es un motivo que funciona por repetición: a veces como unidad, otras como sistema. En el trabajo artístico de Hernán Soriano esto se revela ante la observación minuciosa de una matriz. Ávido, descubre el pattern tanto en los elementos naturales como en aquellos artificiales, en un singular gesto democratizador que equipara al panal de una abeja o un coral marino con la trama de un cartón o una malla metálica. Residuos naturales y fósiles industriales develan el caos de la abundancia.

Como un laboratorio experimental, Soriano traslada su taller al interior de una galería y despliega un universo visual que proviene de absolutamente todo lo que lo rodea. Un bricoleur que acopia sin jerarquías porque todo ha de cumplir una función, ser un medio y una herramienta para la creación artística. Objetos cotidianos, ready made, sobrevienen a un proceso de auratización para devenir artísticos tan rápido como se entregan al servicio del grabado. Lejos de una actitud nostálgica, a través del rescate de tecnologías en desuso, el artista pondera lo analógico pero favorece el valor de la copia como potencia creadora y a su vez política.

Recolectar, acumular y catalogar de manera obsesiva y exagerada, son algunas de las operaciones que se disponen como puntapié para la manufactura de un singular inventario. En un procedimiento casi ritual, donde el objeto se vuelve máquina, se completa un ciclo que culmina con La Máquina de Patrones. Una ofrenda que, a modo de antología, constituye un sistema para el conocimiento del mundo sensible y dispone al lenguaje artístico como un umbral entre el mito y la ciencia (2).

Todo lo que vemos nos devuelve la mirada, señala G. Didi-Huberman (3). En este sentido, los patrones también constituyen un sistema de signos que emergen de una discursividad social y cultural. Un palimpsesto que convoca diversas capas de sentido según la sociedad y el tiempo histórico donde circule.

En una contemporaneidad donde el tiempo es nuestro único Dios, El tiempo que nos queda, resuena como un mantra que invoca al presente, como una amenaza silenciosa o un presagio ominoso. De cualquier modo, un señalamiento que convoca al afecto, una llamada a las armas del propio deseo, a seguir creando ante una pulsión vital que nos quita el sueño.

Fiorella Di Biase (Curadora)


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