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El juego de la intuición con María Colombo



El espacio no es acotado, como nos hacen creer, como nos enseñaron. María se anima, indaga, juega. Asume su rol como creadora, toma el material en potencia y con sus manos lo modifica. Es el gesto el que da forma, es la propia María la que ve más allá de aquello que está en ciernes. Lo latente que en su quietud aguarda.


HDA: ¿Quién sos y a qué te dedicas?


MC: Soy María Colombo y soy artista. Principalmente me considero artista y docente. Soy escenógrafa de formación, con lo cual siempre me interesó el espacio. Así aprendí a dibujar, tratando de entender un poco el espacio. Nunca hice un dibujo muy suelto en la formación, sino que más bien era una cuestión de querer representar una tridimensión, entonces es un dibujo muy técnico y así es como yo formé mi cerebro también. Me considero escultora, pero la realidad es que es la fantasía de tridimensión lo que a mí me interesa no pensar es una ilusión de tridimensión como algo que juegue; objeto , piezas que juegan principalmente en ese límite entre la bidimensión y la tridimensión.

Particularmente en este momento estoy trabajando con pasta de papel. Creo que es un medio que me va a perseguir de distintas formas. Pero bueno, la idea de modelar , es lo más atractivo para mí actualmente. Entonces es más bien el gesto.


HDA: Quería preguntarte acerca de la dinámica del vínculo entre un curador y un artista. ¿Cómo es en tu caso o cómo se suele dar generalmente?


MC: Me parece que depende mucho del lugar en el que uno esté como artista y cómo sea la convocatoria para ese trabajo; si es un curador el que te elige para una muestra colectiva sobre determinada idea o concepto que tiene o si es una propuesta más externa a partir de la cual pueden encontrar un punto en común porque comparten intereses y se entienden desde diferentes lugares justamente a raíz de que es muy diferente el rol de un curador que el de un artista.


HDA: ¿Podrías contarnos acerca de las residencias que hiciste en el exterior? ¿En qué se distinguen de las de nuestro país?


MC: Depende todo de lo que uno busca. Para mí el proceso artístico se guía por intuiciones que van convirtiéndose en certezas a medida que uno lo va conociendo más. Pero al principio son intuiciones que todavía no tienen una forma muy definida. Y si esas intuiciones se manifiestan repetidamente, o sea, si aparecen muchas veces uno puede ir buscando en ese en ese camino, en ese sendero que te va proponiendo esa intuición, esa idea vaga de que por aquí puede funcionar algo. Después eso se va fortaleciendo en ideas y en obras.

En el caso de las residencias, para mí era una necesidad de arrancarme de todo lo que fuese mi entorno, entonces encontrarme en un lugar que no sabía cómo era, con algunas cosas resueltas como vivienda y comida, y preguntarme qué es lo que puedo hacer. Cualquier viaje te exige una fortaleza emocional. La residencia en Francia fue más social. Había un espacio muy de compartir, cada uno tenía sus estudios enormes y también sus habitaciones individuales. Estábamos muy solos durante el día, unas seis personas, todos de diferentes lugares. Nos juntábamos en la noche en la cena común que nos cocinaba alguien. El vínculo que se armó con algunos de ellos la verdad que fue muy intenso y particularmente muy creativamente intenso. Quedé muy amiga de uno de ellos, el fotógafo Sebastián Portillo, y gracias a él viajé a Estados Unidos y a México. Esa fue la primera experiencia, después fui a Estados Unidos que es otra dinámica. Estaba solita en un departamento en una ciudad que se llama New London en una residencia para artistas latinoamericanos llamada Expressiones, dirigida por Jose Ulloa y Guido Garaycochea.


HDA: ¿Te nutre el contacto con otros artistas?


MC: Siento que sí, pero en algunos puntos. Tengo un punto de vista muy radical con respecto a eso. Hay un momento de mi proceso en el cual yo no puedo dejar entrar ni imágenes ni opiniones. Hay un momento abierto en el que nada me molesta y estoy tranquila entonces , por ejemplo, pruebo otros materiales. Después eso se cierra, decido cuál es la idea con la que voy a trabajar y a partir de ahí prefiero que no haya demasiada interferencia porque es mi proceso. Yo como ser humano, los materiales, las cosas que pasan en el taller es de lo más próximo mío. Entonces busco dejar afuera estímulos y referencias.




HDA: ¿Cómo te predispones a la hora de trabajar?


MC: Para mi lo mejor es arrancar temprano antes del mediodía y dejarme estar en el taller. El proceso tiene momentos que son epifánicos.

El resto es trabajo, es saber cuándo largar y cuándo apretar , cuándo pedir y saber cuándo dar todo a uno mismo y al objeto. El objeto artístico no es cualquier objeto, es un objeto afectivo y como cualquier cuestión afectiva es compleja. En esa complejidad hay que entenderse a uno, reírse a veces también de lo que uno se está haciendo problema y entregarse a lo que ese objeto te está queriendo decir. Hay un diálogo que si tuviera que traducirlo no diría que es narrativo porque nunca tiene ni un principio ni un orden. Son sonidos que me van envolviendo, entonces entiendo lo que quiere la pieza y la pieza entiende lo que quiero. A veces pasa eso y a veces no, a veces es muy trabajoso y entran un montón de variables, la cualidad del material y la posibilidad del material de hacer lo que vos queres. Las limitaciones del material y las tuyas, junto a tus expectativas. Es raro que lo deje porque siempre hay un punto en el que puedo dar vuelta la página y predisponerme a hablar de vuelta. Lo que fui aprendiendo también es que cuando uno llega con más herramientas a ese memento en el que estás con la pieza tenés más información acerca de qué clima queres lograr. El clima es fundamental y yo lo tengo muy claro.

La forma viene después, el color más o menos, todo viene como un poco retrasado; pero el clima es lo que me guía. Es importante tener mucha información, como fotos o pruebas. Lo más lindo del trabajo es tal vez lo que lo rodea, lo que te hace entrar en esa pieza.

La búsqueda de ese clima fue lo que me llevó más tiempo, entender que quería crear un objeto que te pareciera que lo conocés y a la vez que no. Que se mantenga en un límite y tenga dos caras. Eso es un clima , una cierta extrañeza que incluso me permite pensar en mis propias extrañezas.

En base a eso puedo echar mano a referencias muy amplias y jugar con todos mis intereses para que puedan entrar en la obra.

Me interesan cosas a la vista muy dispares, como artes muy decorativas, el arte académico , las tarjetas españolas e incluso la repostería. Hay algo de eso que me resulta muy placentero de ver. Darle vueltas al asunto desde diferentes puntos de vista y dejar entrar algo de la figuración me ayudó muchísimo.


HDA: En este momento estás trabajando principalmente con pasta de papel y papel maché, ¿cuáles otros materiales te generan interés y tenes presente para proyectos futuros?


MC: Fui incorporando materiales con el tiempo. Por supuesto la cerámica es lo más cercano pero no me gusta tanto. Particularmente lo que me gusta de la pasta de papel es que tiene algo un poco rústico que le viene bien. Esa posibilidad de que la pieza se haga y se mantenga en una forma es un trabajo arduo porque la pasta de papel no es autoportante; entonces construir una forma es muy laborioso, lo cual me interesa porque hay algo efímero. Lo que más me interesa es el modelado y el poder trabajar con mis manos.

En lo que refiere a la investigación, estoy probando con moldes de yeso y pensando en silicona. Un poco lo que me limita a nivel personal es lo tóxico, como los olores. Otra cosa que también me molesta es que el material esté muy mediado. El molde me interesa, pero el modelado, el trabajo con mis manos directamente es lo que me representa en este momento y me permite hacer las cosas que hago.


HDA: Trabajas con adultos, varios de los cuales te fueron a ver a la inauguración, y además en escuelas primarias. ¿Es la edad un factor determinante a la hora de la docencia o podes enseñar con el mismo modus operandi?


MC: Hay vasos comunicantes que se van relacionando todo el tiempo entre las dos prácticas. Por supuesto que hay cosas que son propias de enseñar a chicos, como cierta preparación de la clase para que sepan lo que tienen que aprender. Y respecto a los adultos, la autonomía es una ganancia fenomenal porque te pones en un segundo plano. Hace muchísimos años que trabajo con adultos entonces me siento como pez en el agua, mientras que lo de los chicos es algo de los últimos diez años.

La postura es un poco la misma , la de decir “acá estoy yo, decime qué necesitas”. Permitirle al otro que haga lo que desea, teniendo en cuenta que en el caso de los adultos el espacio del taller es de ocio, de deseo personal, un tiempo ganado y muchas veces a base de espada. Entonces este lugar(el del taller) es un lugar tranquilo, seguro y es el que cada uno construye.

Lo que trato es de dar cada vez más espacio a un trabajo sobre las propias expectativas y un lugar generoso al proceso. Significa entender que el presente tiene que tener libertad para poder expresarse. El presente tiene que ser vivido con la intensidad del encanto.

El trabajo sobre el arte tiene que ser por fuera del objeto artístico. Es un trabajo siempre procesual. El objeto es lo lindo que sucede, pero entender que muchas veces no sucede y que está bien, que tiene que tener todo su espacio para desarrollarse.





Hay que estar atento, dispuesto y receptivo. La homeostasis, el equilibrio perfecto entre la meticulosidad y la calma que nos trae el fluir con paciencia. Sin expectativas que moldeen nuestra búsqueda pero con un horizonte diáfano que nos invita a transitar el camino. Pura potencia, goce y dedicación. La importancia y la necesidad de encontrar un espacio estimulante y cuidado que nos permita adentrarnos en nuestro ser para nutrirnos en un acto de autofagia.

María es una artista polisémica, que se aísla para crear y a su vez comparte su pericia para acompañar el proceso ajeno. Ese es su cometido como docente, no dar directrices sino observar de cerca, con la misma atención con la cual trabaja en su propia obra. Imprime en su arte una reflexión filosófica acerca de la materia y las posibilidades que nos presenta. Constantemente se hace preguntas que transfiere por un acto de magia al objeto que nos presenta y como espectadores no podemos hacer otra cosa que hacer frente a su indagatoria, fantaseando con la idea de que quizás, y tan solo quizás, puedan nuestras respuestas acercarse a las suyas.



El próximo jueves 22 de junio a las 19hs María va a estar en la galería Talenta donde expone actualmente para hacer el cierre de muestra. No se pierdan la oportunidad de conocer a esta gran artista y de conocerla como persona.



Las fotos de obra son de Pablo Magaldi.



María el día de la inauguración Algo en mí todavía es humano, su muestra en galería Talenta el pasado 3 de mayo.



Agradecemos a la artista por habernos esperado en su taller, donde da clases, con un banquete en nuestro honor. La cordialidad de María no se encuentra solo en sus palabras, sino también en su accionar.


Entrevista por Cami Dávila


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