Juan Agustín Carpinello (Neuquén)
En Presente continuo integró el equipo de trabajo que ideó el proyecto Argentoratum.

HDA- Contanos quién sos y a qué te dedicás en el ambiente artístico
JAC- Soy Juan Agustín Carpinello, nacido y actualmente viviendo en Neuquén, Patagonia argentina. Soy artista transdisciplinario, docente y arquitecto cuyo trabajo se sitúa en la intersección entre el arte, la tecnología y el territorio en donde mi práctica artística se centra en explorar narrativas geodigitales y procesos creativos que resignifican los paisajes naturales y culturales, integrando tecnologías tácticas para estudios territoriales, como drones, fotogrametría, inteligencia artificial, fabricación digital y animación.
A través de instalaciones site-specific, piezas audiovisuales y proyectos colaborativos, busco cuestionar la relación entre lo humano y el entorno, indagando en la memoria geológica, los conflictos geosociales y las dinámicas culturales contemporáneas. Mi trayectoria abarca tanto la creación de obras que dialogan con el territorio como el desarrollo de metodologías colaborativas que involucran a las comunidades en la reinterpretación de sus territorios. Como arquitecto, dirijo desde el sur, el estudio JAARQ Proyectos, donde combino sistemas constructivos tradicionales con tecnologías actuales para re-diseñar nuevas formas de habitar y permanecer en los entornos.
Mi trayectoria transdisciplinar me hace participar en diferentes colectivos y proyectos que involucran siempre a colegas y profesionales de diferentes áreas. Como en Presente Continuo, donde desarrollé el proyecto Argentoratum, busco involucrarme en proyectos, residencias artísticas que tengan como eje el trabajo en territorio, y más que nada en zonas donde las entidades geológicas tienen un impacto en las dinámicas sociales y culturales. Mi enfoque creativo busca expandir los límites del arte contemporáneo, abordando problemáticas ecológicas y sociales desde perspectivas críticas y reflexivas. Actualmente, soy parte del colectivo Acampe Radioactivo, junto a Gabriela Munguía, integrante de la cohorte 2023 de Presente Continuo, y Florencia Curci, el cual fue seleccionado en el programa Orillas Nuevas, organizado por el Instituto Francés en Argentina, junto a Fundación Williams, con nuestro proyecto Memorias de Terraformación, proyecto transmedial en el cual nos adentramos en lo que llamamos “nodos de conflictos geosociales”, territorios en donde la explotación de recursos naturales provenientes del interior de la tierra son zonas en las que emergen relaciones y conflictos entre agentes humanos y no humanos.
HDA- ¿Qué te motivó a participar en Presente Continuo y cómo influyó tu formación como arquitecto en los proyectos desarrollados?
JAC- Mi motivación para participar en Presente Continuo surgió de mi interés por explorar nuevas maneras de articular arte, tecnología y territorio, especialmente desde una perspectiva crítica y experimental. El programa ofrecía un contexto ideal para reflexionar interdisciplinariamente nuevas narrativas sobre la tecnología, el arte, los territorios tanto físicos como digitales. Además, me atrajo la posibilidad de compartir procesos y reflexiones con otrxs artistas y profesionales de otros campos disciplinares. En contextos políticos y sociales donde se fomenta la atomización de las sociedades y el individualismo como única salida, es importante fortalecer y fomentar los espacios de reflexión y acción colectiva.
Mi formación como arquitecto influyó profundamente en el proyecto que desarrollé en Presente Continuo. Desde el enfoque en la observación y el análisis del espacio hasta la capacidad de traducir datos geográficos y culturales en representaciones visuales y tridimensionales, la arquitectura es una profesión que me brindó herramientas clave para abordar la relación entre el entorno construido y el universo digital. En el proyecto Argentoratum, por ejemplo, utilicé metodologías arquitectónicas como el registro fotogramétrico y el modelado 3D para resignificar el territorio explorado desde una mirada tanto geocultural como biopolítica. Como aporte al trabajo grupal, creé un modelo tridimensional del borde costero del Riachuelo, registrado en la deriva que realizamos con Marcela Armas en la balsa de ACUMAR. Esta técnica de registro luego la llevamos al plano físico diseñando una pieza en madera, cortada digitalmente en base al modelo 3D realizado en el plano virtual. Esta metodología artística nos permitió no solo visualizar los paisajes desde una perspectiva técnica, sino también conectarlos con narrativas humanas y culturales que enriquecieron la interpretación artística-tecnológica.
HDA- En el programa se destaca la colaboración entre disciplinas como filosofía, política, arte y curaduría. ¿Cómo se tradujo esta diversidad en la práctica creativa?
JAC- La diversidad interdisciplinaria en el programa fue una de las claves para enriquecer la práctica creativa y expandir los límites de lo que entendemos como producción artística.Las charlas, debates y reflexiones que surgieron en cada encuentro, con cada artista invitadx, se destacan como uno de los momentos más enriquecedores del Programa. En Argentina, como en el mundo, estamos viviendo una época bastante compleja que necesita de mentes activas, críticas y reflexivas en acción.
Concretamente, desde mi grupo de trabajo, la combinación de perspectivas provenientes de la curaduría, el arte sonoro, la electrónica, la arquitectura y la carpintería permitió que el proyecto fuera más complejo y profundo, integrando narrativas, materiales y sonidos en diálogo constante con el trabajo de campo (el Riachuelo), que fue nuestra ancla proyectual.
El grupo trabajó como un organismo colectivo, donde cada enfoque potenciaba al otro: las reflexiones curatoriales daban marco conceptual a las exploraciones materiales y sonoras, mientras que la carpintería y la tecnología aplicada al trabajo material aportaba una conexión directa con los materiales y los procesos de construcción, enraizados en el hacer manual y tangible. La presencia de artistas sonoros abrió nuevas posibilidades para interpretar el paisaje, no solo desde lo visual, sino también desde su vibración, resonancia y memoria acústica. Esto permitió que la obra fuera inmersiva y multisensorial.
En este contexto, la colaboración no fue una simple suma de disciplinas, sino un cruce dinámico donde las fronteras entre los roles se diluían para generar algo más grande y complejo. Este diálogo interdisciplinario amplificó las narrativas del territorio trabajado, cuestionando su materialidad, su historia y su relación con las prácticas contemporáneas. La diversidad fue el motor que permitió que cada proyecto se construyera desde múltiples capas, haciendo que la experiencia creativa fuera tan rica como los paisajes que exploramos.
HDA- ¿Qué aprendizajes destacarías sobre la incorporación de tácticas tecnológicas en las obras que produjiste junto a tu grupo?
JAC- Uno de los aprendizajes más significativos durante el programa no estuvo necesariamente en el uso de las tecnologías que implementamos, sino en los cruces y diálogos profundos que mantuvimos con lxs artistas invitadxs, Marcela Armas, Óscar Santillán y Mónica Bello. Cada unx, desde su propio campo de acción y reflexión, aportó perspectivas que dinamizaron los debates y expandieron nuestra comprensión sobre las relaciones entre tecnología, territorio y los seres vivientes.
Estas conversaciones nos llevaron a cuestionar no solo cómo utilizamos las herramientas tecnológicas, sino también los significados que les atribuimos y las implicancias éticas y culturales de su integración en la práctica artística. Por ejemplo, el enfoque de Marcela sobre las materialidades y su vínculo con los sistemas extractivistas y el foco en la relación sensible con los territorios, o la manera en que Óscar conecta lo especulativo con lo ancestral, nos hicieron repensar cómo nuestras obras podían ser más que representaciones del territorio, para convertirse en activadores de nuevas narrativas.
Mónica Bello, desde su trabajo en la intersección entre arte y ciencia, amplió nuestra visión sobre la tecnología como un vehículo de conexión con lo desconocido, promoviendo un diálogo más orgánico entre lo humano y lo no humano. Estos intercambios nos ayudaron a ver la tecnología no solo como una herramienta, sino como un territorio en sí mismo, capaz de abrir posibilidades críticas, poéticas y transdisciplinarias en nuestras prácticas.
En definitiva, los aprendizajes se centraron en cómo la interacción con otras miradas y disciplinas puede transformar la manera en que entendemos y trabajamos con la tecnología, dándole un sentido más profundo y situado en el contexto en que operamos.
HDA- Uno de los aspectos centrales del programa es el enfoque federal, un tema que nos interesa muchísimo en HDA. ¿Cómo percibes la contribución de las distintas regiones del país a los proyectos interdisciplinarios?
JAC- El enfoque federal del programa fue un aspecto necesario para la producción artística en el contexto argentino, no solo por diversificar las narrativas y perspectivas, sino también para dar valor y amplificación a lxs artistas que desarrollamos nuestras práctica fuera de las grandes urbes, como Buenos Aires. Este enfoque descentralizador permitió visibilizar procesos culturales y artísticos que suelen quedar al margen de los circuitos tradicionales, enriqueciendo enormemente los proyectos desarrollados.
En un contexto marcado por el extractivismo psíquico, cultural y económico que los procesos neoliberales imponen, iniciativas como Presente Continuo generan un contrapeso. Ofrecen soporte financiero y estructural para que artistas de diferentes territorios puedan materializar sus ideas y consolidar sus prácticas, fomentando el desarrollo personal y colectivo. Este tipo de apoyo no solo permite la creación de obras, sino que habilita la posibilidad de construir redes colaborativas más equitativas y sostenibles entre regiones. Este tipo de interacción no solo fortalece los proyectos, sino que también contribuye a la formación de un ecosistema cultural más robusto, plural y consciente, donde la periferia deja de ser marginal para convertirse en protagonista de nuevas configuraciones culturales.
HDA- ¿Qué mensaje le darías a los futuros participantes sobre la importancia de cruzar fronteras entre disciplinas?
JAC- A lxs futurxs participantes les diría que cruzar fronteras entre disciplinas no solo es un acto enriquecedor, sino también una necesidad en un mundo donde las problemáticas son cada vez más complejas, entrelazadas y distorsivas. El intercambio entre disciplinas abre puertas a perspectivas y herramientas que, desde un campo único, serían imposibles de alcanzar. En esos cruces, las ideas se expanden, los procesos se transforman y las obras adquieren una profundidad y riqueza que resuena más allá de sus límites originales.
La interdisciplina no se trata solo de sumar conocimientos, sino de cuestionar las bases mismas de nuestras prácticas, de aprender a escuchar y a construir con otres desde lo colectivo, hoy, pienso, piedra fundamental ante la embestida conservadora. Hay que aprender, si no es algo cotidiano, a trabajar en grupo, colectivamente. Cada disciplina trae consigo un lenguaje, una forma de mirar el mundo, y en ese diálogo surgen conexiones inesperadas que pueden detonar nuevas maneras de pensar, crear y actuar.
Mi consejo sería abrazar lo desconocido, la incomodidad de salir de las zonas de confort y permitir que las ideas de otras disciplinas nos desafíen. En el cruce está la posibilidad de lo nuevo, de lo imprevisible, y ahí radica la verdadera potencia de proyectos que no solo son relevantes en su contexto, sino que tienen el poder de transformar nuestra forma de habitar y percibir el mundo.
HDA- ¿Algo más que quieras agregar?
JAC- Creo que lo más importante que puedo agregar es la relevancia de programas como Presente Continuo en el fortalecimiento del ecosistema artístico-cultural, no solo a nivel individual, sino también colectivo. Espacios como este no solo nos permiten producir obras, sino que abren el camino a reflexionar sobre nuestro rol como artistas en un contexto social, político y ecológico que demanda nuevas formas de pensar y actuar.
Además, quiero destacar la importancia de la accesibilidad a estos programas, tanto desde una perspectiva geográfica como económica. En un país tan diverso como Argentina, es fundamental seguir promoviendo iniciativas que descentralicen las oportunidades y amplifiquen las voces de quienes trabajan en territorios alejados de los grandes centros urbanos.
Finalmente, agradezco la oportunidad de haber formado parte de la cohorte 2024 de Presente Continuo y animo a quienes consideren participar a hacerlo con una mente abierta, dispuestos a escuchar, aprender y construir desde lo colectivo. Los cruces interdisciplinarios y las conexiones humanas que se generan en estos espacios son, en definitiva, el motor que nos impulsa a imaginar y construir futuros posibles más inclusivos, sostenibles y con una mirada fortalecida desde el sur global.

Juan Agustín Carpinello: se destaca por su formación en arquitectura y tecnología. Con una Maestría en Tecnología y Estética de las Artes Electrónicas y una Diplomatura en Modelos Digitales de Elevaciones, su enfoque abarca desde el diseño arquitectónico hasta la exploración de tecnologías emergentes aplicadas al territorio físico y el universo virtual. Se desempeña como docente en la FADU, UNTREF y UTDT. Ha participado en concursos y convocatorias multidisciplinarias, tales como Biolab (Francia 2022), Herbario Humedal (Paraná 2022-2023), Residencia artística Parques Nacionales (Chubut 2022), incluyendo premios y menciones en concursos y becas. Su práctica artística se extiende a proyecciones audiovisuales y proyectos de instalación en sitios específicos, involucrando a los espectadores en reflexiones inmersivas sobre las intrincadas conexiones entre geología, cultura y tecnología.
Presente continuo es un programa de formación interdisciplinaria de arte, ciencia y tecnología. Promueve la producción de obras, ideas, descripciones y narrativas actuales, a nivel global. Está destinado a artistas, pensadores, curadores, investigadores de las ciencias exactas, sociales y humanidades, científicos y tecnólogos de todo el país. Está organizado por la Fundación Bunge y Born y la Fundación Williams, con la colaboración de Fundación Andreani y el Centro Cultural de España en Buenos Aires.
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